La convivencia en la Ciudad: la oportunidad constante de vivir mejor

Rediseñar el mundo en el que vivimos, tiene un correlato con la cotidianeidad del ciudadano y con encontrarnos en sociedades que tienden a promover el espíritu colaborativo, basándose en la confianza.

La confianza es un valor clave para poder generar acciones que de manera colaborativa mejoren el mundo en que vivimos, entre ciudadanos con diferentes roles e intereses, dentro de una misma comunidad.

La mejora de la convivencia en la Ciudad es un eje de una política pública que en su ejecución requiere un giro de 180 grados en la forma de gestionar aquellas cuestiones que los ciudadanos no perciben como propias y exigen a un “otro” que soluciones, en este caso el Estado.

Construir la base de confianza en el quehacer,  que se da de manera lenta y no automática, es lo que permite generar cambios .Trabajar desde la convivencia como base de una política pública colaborativa e innovadora ayuda a solucionar problemas  puntuales en un territorio. 

Prueba de esto es el programa Sube y Baja, que se aplica en la Ciudad de Buenos Aires,  y aporta una solución concreta para promover la convivencia, la seguridad vial y el ordenamiento del tránsito en la entrada y salida de los chicos del colegio. 

La iniciativa se realiza en forma conjunta entre la Subsecretaría de Movilidad Sustentable y Segura y la Secretaría de Cultura Ciudadana y Función Pública, con la activa participación de la comunidad educativa, propiciando una forma diferente de intervención, que no apuntó a incrementar los niveles de control de los actores en calle, sino a repensar la forma en la que podemos convivir.

El trabajo involucró el análisis del contexto vial en el que se encuentra la escuela (señalética, tráfico, cruces) y la propuesta de cambios a nivel infraestructura. 

A su vez, se concientizó a padres, alumnos y a la comunidad educativa sobre la problemática y se incentivó el compromiso entre todos los actores para lograr una modificación de la conducta y sostenerla en el tiempo. A partir del reconocimiento y apropiación de un problema que antes no era percibido como tal, adultos niños y educadores tienen predisposición para colaborar y hacer más amena la entrada y salida del colegio.  

Los colegios reconocen la importancia de su participación en la mejora del tránsito en el barrio, se hacen responsables y se perciben como agentes para el cambio de conductas en su comunidad.
A su vez, la repercusión positiva de la iniciativa motiva a otros colegios de las zonas implementadas a querer sumarse al Programa Sube y Baja

Los vecinos, por su parte, registran que a partir de la intervención se modificaron ciertos patrones de conducta y lo valoran de manera positiva, resaltan mayor fluidez en el tránsito y una mejor convivencia entre la comunidad educativa y ellos. 

Finalmente cabe resaltar la replicabilidad de la experiencia en otras ciudades, lo que también valoriza el impacto de compartir estas prácticas de trabajo colaborativo.